Dic 20 2007

Gente sin casas, casas sin gente

El próximo día 23 de diciembre, víspera de la Nochebuena, la ciudadanía de numerosas ciudades españolas, entre ellas Salamanca, está convocada para llevar a cabo concentraciones para reivindicar el derecho a una vivienda.

Desde la Asociación del Barrio San Bernardo «ASANBER» nos sumamos a esta convocatoria, invitando a todos los vecinos del Barrio a acudir a la Concentración, que va a tener lugar el día 23, a las 17.00 horas, en la Plaza Mayor.

Salamanca, a pesar de estar situada en esta pobre y subdesarrollada zona oeste de España, se encuentra en la lista de las diez ciudades más caras en cuanto al precio de la vivienda. Algo totalmente injustificable, teniendo en cuenta que el nivel de ingresos de los salmantinos es un 20% menor que la media nacional y que Salamanca se encuentra entre las 10 provincias con menor nivel de renta de todo el país.

En una ciudad que va perdiendo población de una manera inexorable, a la que apenas llegan inmigrantes (por falta de puestos de trabajo), los precios de la vivienda siguen subiendo desaforadamente. Desde el sector de la construcción se repite machaconamente que los costes de urbanización son muy elevados, que tienen que ceder parte del suelo (aunque el gobierno de Aznar rebajó del 15 al 10 el porcentaje), que el precio del suelo es muy elevado, etc., etc.

Todo ello no es más que una gran mentira. Ya hace mucho tiempo que los constructores y los financieros se dieron cuenta de que el precio es el que marca el mercado, independientemente de su coste. Lo que esté dispuesto a pagar el ciudadano es el tope. Y eso tiene mucho que ver con el poder adquisitivo y la capacidad de endeudamiento. El dinero barato de los últimos años ha espoleado el ansia de los ciudadanos por invertir sus ahorros en viviendas, favorecidos por las “inmejorables” condiciones que ofrecen las entidades financieras, con hipotecas a 35, 40 e incluso 50 años.

Tras el fiasco de la Bolsa hemos vuelto al refugio tradicional de la inversión: las propiedades. El mercado de la vivienda en Salamanca, con grandes posibilidades de alquilar a los estudiantes de las Universidades, ha sido un gran negocio para muchas personas, que han pasado a vivir de rentistas sin grandes complicaciones.

El Ayuntamiento de Salamanca, con sus políticas urbanísticas, contribuye claramente a esta subida de precios. En vez de destinar los solares municipales a la construcción de vivienda pública, tal y como marca la ley, los ha ido subastando al mejor postor, para que pudiera construir cualquier tipo de vivienda, lo que le ha supuesto varios descalabros judiciales. La Junta de Castilla y León se ha mantenido al margen, sin desarrollar los grandes polígonos previstos en El Zurguén, con lo que se han beneficiado claramente los constructores privados.

Los grandes perjudicados de todo este entramado son los jóvenes, muchos de ellos con contratos precarios y mal pagados, que asisten impotentes a esta escalada de precios, sin ninguna opción de acceder a una vivienda en condiciones. La política municipal de alquiler de viviendas para jóvenes ha sido anecdótica (una ridícula oferta de 16 viviendas es un simple brindis al sol), que se ha quedado reducida a la nada por las condiciones impuestas.

Frente a esto, encontramos la gran contradicción de la enorme cantidad de viviendas vacías que existen en la ciudad. No hay datos demasiado fiables, pero no parece descabellado pensar que la cifra de viviendas vacías en Salamanca se sitúe por encima de las 15.000. Un cifra que debería ponernos los pelos de punta. Una cifra que evidencia las contradicciones de esta sociedad de consumo que nos atrapa en todos los niveles.

Asistimos al gran absurdo de ver a millares de personas buscando una casa digna en la que poder vivir y podemos observar, al mismo tiempo, que a nuestro alrededor existen miles de casas vacías, que no cumplen ninguna función y sólo sirven como material de especulación inmisericorde. La Constitución Española, que acaba de celebrar su 28 cumpleaños, reconoce el derecho a una vivienda digna. Nadie parece darse por aludido y las autoridades miran hacia otro lado, aparentemente impotentes ante semejante problema.

Ante todo ello, los ciudadanos debemos levantarnos y denunciar esta terrible situación que amenaza los derechos fundamentales de todo ser humano. Es hora de decir “basta”.

Más en: www.viviendadigna.org
ACUDE A LA CONCENTRACIÓN

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